Esmeralda de Bélgica
La Esmeralda. Foto: S.M. Leopoldo III
Yate Real. Foto: S.M. Leopoldo III
Cena en Majecodo-teri. Foto: Anibal Romero. De izquierda a derecha: S.M. Leopoldo III, Napoleón Dupouy, J.M. Cruxent, Dr. van Dormel, Jim Baker
Leopoldo III en Majecodo-teri. Foto: Anibal Romero
Crónica sobre las aventuras de Leopoldo III de Bélgica a orillas del Orinoco
“Esta tierra venezolana que mi padre tanto amó”
Esmeralda de Bélgica, 2004
Había una vez un rey…
Como los cuentos de hadas esta crónica empieza con el nacimiento el 30 de septiembre de 1956 en el brumoso palacio de Laeken, en las cercanías de Bruselas, de una linda princesita a la que su padre, el rey Leopoldo III de Bélgica, de vuelta de una expedición a las selvas de Orinoco y con el pleno acuerdo de su esposa “seducida por la poesía de sus relatos” le dio por nombre Esmeralda.
Se conocieron en 1950, un encuentro fortuito en el Congo; el depuesto Rey de los Belgas y J.M. Cruxent, arqueólogo venezolano, iniciaron así una amistad que perduró en el tiempo. En 1952 Leopoldo III viajo a Caracas y tuvo la oportunidad de visitar al Profesor Cruxent quien acababa de regresar del Alto Orinoco, después de haber participado en la expedición Franco-Venezolana que descubrió sus fuentes. El Rey se entusiasmo con el relato de esa aventura y le propuso a Cruxent una nueva expedición científica a esos parajes; el gobierno de Venezuela acogió la idea y así surgió ELATA, la Expedición Leopoldo al Territorio Amazonas.
El 13 de mayo de 1952 salieron desde Caracas por vía aérea hacia la sabana de La Esmeralda, el rey Leopoldo III, J.M. Cruxent, Director del Museo de Ciencias Naturales, el Sr. Napoleón Dupouy, antiguo amigo del rey, el Dr. van Dormel, médico real, Miguel Schoen, estudiante de antropología, José Arleo, taxidermista, Anibal Romero, fotógrafo, Eloy Fajardo, encargado de la logística y el catalán Juan Cantó, cocinero. En la Esmeralda los esperaban un experimentado grupo de maquinistas, marineros y porteadores, muchos de los cuales habían participado en la expedición Franco-Venezolana a las fuentes del Orinoco.
Ese mismo dia remontaron el Orinoco en una lancha “puqui puqui” y en la mañana arribaron a Majecodo-teri, asentamiento yanomamo, sede de la misión de las Nuevas Tribus a cargo de Jim Baker, quien los recibió con gran alegría; eran muy pocos los que se arriesgaban hasta este lejano enclave. Esa noche montaron campamento a la vera del río y Juan Cantó se lució con la cena que sirvió sobre mantel blanco de lino, en vajilla de porcelana, cristalería de Val Saint Lambert y cubiertos de fina plata sterling.
Recorrieron el río Manaviche y los alrededores de Majecodo-teri donde el rey tuvo la oportunidad de alternar con y fotografiar a los yanomamos y regresaron a la Esmeralda el 14 de mayo. Cruxent, quien fungía como jefe de la expedición, decidió que el rey Leopoldo y la plana mayor bajaran por el caño Casiquiare y el río Negro en ruta hacía la piedra del Cocuy, mientras que el otro grupo descendería por el Orinoco hasta san Fernando de Atabapo y continuara por el río Atabapo hasta Yavita, donde esperarían al rey y su comitiva.
La gran aventura real apenas comenzaba, en su diario Leopoldo III escribió: “Estoy realmente a la orilla del Orinoco o no es más que un sueño?”
Continuará.
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