Adolfo Madinabeitia, Henry Gonzalez, y Andre Vancampenhoud lanzaban a principios de año la expedición Cerro Autana 2010, un interesante proyecto para escalar en un impresionante Tepuy de la selva venezolana, Las cosa no han ido todo lo bien que cabría esperar, pero han sabido sobreponerse. El alavés Adolfo Madinabeitia y los venezolanos Andre Vancampenhoud y Henry Gonzalez querían escalar el Cerro Autana, un Tepuy situado en medio de la selva venezolana. Hablamos de una de esas historias en las que el viaje, la aproximación y lo desconocido del entorno es tan incierto como la escalada en si. Como dice el propio Madinabeitia "aproximación a machetazos" Es el dominio de la llamada víbora tres pasos, no hay que explicar que significa el nombre, si te pica, tres pasos, y caes fulminado... La leyenda india dice que el mundo comienza cuando el Dios Wahari crea a los indios Piaroa. Para poblar y dar fertilidad a la tierra, Wahari corta el árbol de la vida, el Kuawai, para que éste derrame todos sus frutos sobre la tierra. De dicho árbol, sólo permanece el tronco cortado, que nosotros, los extranjeros, llamamos Cerro Autana. (podeis verlo en la primera foto de este reportaje) Y de esta forma tan bonita comienza esta historia.. Pero como si de una película se tratase, los indios Piaroas, pobladores de la zona, han decidido que no permiten el paso de extranjeros, aconsejados por sus chamanes, y la expedidción que con tanto esmero habían preparado ha tenido que cambiar totalmente de planes. Lejos de rendirse Adolfo y Andre han abierto una nueva vía de 650 metros, 7a y A3+. Y todavía siguen por allí... Reproducimos la historia que nos ha enviado amablemente Adolfo: Cerro Autana 2.010 aupa!! Ya estoy de vuelta en Caracas. Todo estupendamente!! El viaje ha ido "in crescendo" Empezamos con la incertidumbre que genera el cambio del objetivo que conocemos nada más llegar a Caracas el día 15 de febrero. De ir a escalar al Autana, idea que fue truncada por un episodio de violencia doméstica mezclado con la superstición e influencia de los chamanes de la localidad de Ceguera (cerca al autana) pasamos a poner los ojos en la zona del Macizo de Chimanti (Amuri, Acopan...) Cambiando de planes Al principio salió como buena opción el Salto de Amuri que es una cascada de un Tepuy que hace un fortísimo desplome. Al aproximarnos por avioneta a la localidad de Yunec, punto de partida para esos tepuyes, vimos que la roca de la pared del salto no seducía lo suficiente como para hacerse un porteo de 40 kms hasta su base. Durante ese vuelo archivamos varias zonas de paredes que en días sucesivos fuimos a escrutar. Al final nos dimos cuenta que la mejor opción era el Tepuy Acopan, tanto por la longitud de sus paredes como por la calidad. Tocaba ahora elegir la línea. En esta zona hay como unas 10 rutas abiertas por diferentes grupos internacionales. La mayor parte de ellas rondan entre los 250 y los 350 metros, y sólo 3 de ellas: la polaca "mistery", la inglesa "pizza, chocolate y cerveza" y la germana "el purgatorio" superan los 600 metros subiendo a las zonas más altas del Tepuy. Todas ellas escaladas por un mínimo de tres personas, llegando el caso de que algunas fueron muy numerosas. Tan acostumbrados están los indígenas a las expediciones multitudinarias que cuando veían que nosotros éramos sólo dos la pregunta era inevitable: " ¿ustedes son sólo dos??" y una sonrisa con cierto aire burlón brotaba de sus labios. Llegaron unos días de un cierto cansancio mental producido por el cambio de planes y el esfuerzo de pasar de una idea a otra sin tiempo para asimilar la fustración. Y sobre todo una pena interior: el tener que renunciar al cerro Autana, un sueño de hacía 21 años. Después de varias ideas iniciales, la opción que prefería André se veía como la más estética. (al final teniendo una perspectiva desde dentro de la pared de todo el conjunto estoy convencido que fué todo un acierto) Estuvimos tres días porteando todo lo necesario desde el campo base a la pared al tiempo que cada día solucionábamos un largo de cuerda. Noches agradables tumbados sobre el bloque favorito en una zona de sabana. Largas conversaciones de salto base, tepuys, la vida... Observando las luciérnagas hasta quedar dormidos, para volver a cerrar el círculo: fuego, desayuno, orden y de nuevo paseo de hora y media hasta la pared. Llegamos a una distancia de 90 metros del suelo y una vez ya convencidos que ese era el camino correcto decidimos dejarnos ya de tantos paseos del campo base a la pared. Nos tomamos un día de descanso que empleamos en visitar los Conucos (cultivos) y los que llamábamos laboratorios de fabricación de casabe (pan de Yuca) y echar un último vistazo desde afuera a la pared antes de meternos definitivamente en ella. Y por fin a la pared...con el gen navarro. El día 2 de marzo a la tarde nos fuimos con el último porteo a vivir a la pared. Dormimos ya a una cierta distancia del suelo, a salvo del mundo que se respira abajo en la jungla. A todo esto llevábamos ya unos cuantos díaas André y yo sólos, viviendo otra realidad al margen del mundo. Sin una baraja de cartas, juego, aparato musical o libro. Se me hacía ya extraña la dependencia del móvil. Todas las preocupaciones que hasta llegar aquí eran tan importantes para mi vida dejaron de serlo. Y todo de repente se volvió sencillo: había que navegar nada más y el juego por sobrevivir, hacer un trabajo fino y llegar arriba se convirtió en el único objetivo. Al empezar la escalada le pregunté a André "¿Cómo te encuentras, cojes la cabeza de cuerda?? " La respuesta fué: "factor Pelucas", tu escala todo lo que desees, dale hasta que no aguantes más y cuando llegue ese momento te cojeré el relevo. A esta oferta uno se crece, le sale de adentro ese gen navarro que nos domina y uno se dice ¿cómo que no?? Tengo 51 años, me conozco, sé que me encuentro de subidón y pocas veces me había encontrado tan fuerte tanto físicamente como mentalmente. Nunca se me ha ofrecido la oportunidad de abrir una ruta completa para mí solo. Eso sí, con una buena asistencia como la que significa tener al lado a un tipo con experiencia y criterio como es André. Y fuimos alejando la distancia que nos separaba con el suelo. La vida se tornó sencilla. Antes de amanecer los silbidos de diferentes pájaros, a los que se iban sumando las guacharacas, pájaro campana, el herrero, los aullidos de los monos y un sobrecogedor coro de tigres mariposa que por su intensidad debían de estar en pleno celo. Unos pájaros más parecidos a cazabombarderos nos pasaban con un vuelo rasante por el costadillo que casi nos producían vértigo. Después el desayuno, la estrategia del día, la puesta en marcha. Unas galletas, pastilla de chocolate y unos cacahuetes al bolsillo y vuelta al trabajo hasta una hora prudencial para que la noche nos pillase lo más cercanos a la hamaca donde íbamos a dormir. El colibrí con su vuelo y su sonido particular en forma de chasquido y vibración, se acercaba tanto que parecía querer libar en el orificio de la oreja. Las abejas, bien pesadas ellas, no muchas, pero constantemente pegadas a nosotros hasta que alguna terminaba entrando por el pantalón o camiseta y todo acababa en un picotazo y un manotazo reflejo. Para mitad de pared todo se fué animando, ya nos salían los chistes, aplicábamos estrofas de Ruben Blades a las diversas situaciones. Terminando el 6º largo una tormenta se nos acercó a toda velocidad. Las nubes se movían a una velocidad de espanto y la lluvia nos hizo recoger antes de tiempo. Pasamos el día siguiente sin poder salir de la hamaca y el síndrome del baltoro hizo aparición en los sueños. ¿cuanto durará esto?? Un día de descanso y nos vuelve a sorprender un precioso día. El sol volvía a machacarnos a primera hora y resolvimos dos largos que nos dejaban bien posicionados a la altura del gran techo. Buscamos un punto por donde superarlo sin excesivos problemas y donde salió un largo en artificial de A3+. Los largos siguientes se dejaban hacer en libre y de nuevo una tormenta nos devolvió al cobijo de la repisa de la reunión 9. Los rayos estaban a nuestra altura y nos invadió la sensación de estar entregados a la suerte. Al final mantuvo la distancia y nos ofreció un tremendo espectáculo. Buscar agua, toda una aventura. De nuevo el gen navarro. Al día siguiente salimos hacia arriba llegando a un punto donde ya había que tomar la decisión de mover las hamacas para prepararnos para la jugada final. Antes de hacerlo buscamos remedio a una preocupación creciente: el agua. Andábamos ya justos y se sentía un punto de deshidratación. En la travesia de las bromelias en el largo 9 ,donde pasamos un par de noches, me lancé en busca de unas escorreduras que caen 15 metros a la izquierda nuestro. Con unas botellas vacías y una bolsa de plástico, paso a cuatro patas por encima de una vegetación pinchuda que amenaza cor irse abajo conmigo encima. Con paciencia lleno 10 litros, lo suficiente para no torturarnos más. Barra libre!! podremos beber lo que queramos y hasta lavarnos bien los brazos y las manos. Viendo a través de la luz, el agua contenía líquenes, palitos y algunos gusanitos y arácnidos buceadores que terminaron seguro en nuestros intestinos. La ruta se iba desarrollando en libre casi todo protegido por friends y aliens, y ocasionamente por alguna clavija. El día 8º de escalada llegamos a un punto donde la vegetación nos superaba por su espesura y provocaba después de tanto trabajo dudas de poder llegar a la cumbre. De nuevo el "gen navarro" mekawen!!! Un recorrido sinuoso con unos tramos en artificial sobre gancheos artificiales para empalmar con otros en libre, terminan con un largo deambular que duró 8,5 horas de trabajo para superar un largo de 75 metros con 5 rivets intermedios hasta llegar a un punto donde se vislumbraba el final de la pared. ¡Suelta todo y sube!! Nos veíamos ya fuera de la pared. Subo el petate, grabo en vídeo. Voy a tomarle un plano desde otro ángulo a André que estaba llegando arriba. Salto de una piedra a otra olvidándome que estoy atado. Me paro de repente en el aire y como el coyote de los dibujos animados comienzo un vuelo de cabeza hacia el abismo de 10 metros. "hola, vaya hostia me he pegado, venía a recibirte" menos mal que me he quedado en el aire sin llegar a dar con la cabeza en el suelo. Recogemos el material por si llueve y buscamos una repisa a cubierto para pasar la noche. Al día siguiente amaneció muy nublado pero poco a poco las nubes se fueron despejando dejando lugar al fabuloso paisaje que buscábamos en la cumbre. ¡Vaya suerte poder estar aquí arriba!! Nos dimos un buen recorrido de 4 horas disfrutando de la vegetación, los pájaros, las vistas sobre la Sabana y haciendo fotos. A mediodía después de comer iniciamos el descenso por la misma ruta para lo cual fuimos dejando de antemano casi todas las reuniones equipadas con dos parabolts y en dos zonas en travesía y fuertemente desplomadas unas cuerdas fijas para facilitarnos el regreso con los petates. Un nuevo vivac en la R9 y el día 12 de marzo llegabamos al suelo. Los tigres no nos salieron a recibir... olíamos mucho más fuerte que ellos. Al día siguiente un nuevo porteo a recoger el último viaje de material y a la tarde estábamos disfrutando de la compañia de los indígenas Pemones en Yunec. Pasamos otro día tranquilos, preparando los equipajes para la avioneta y haciendo el dibujo de la ruta. Al final salió una ruta de 650 metros catalogada de 7a A3+ con 16 largos de cuerda de los que sólo tres son en escalada artificial. Y con el gustazo de haberme hecho todos ellos en cabeza de cuerda. El lunes mientras me bañaba en el río apareció la avioneta trayendo un grupo numeroso de alemanes. Ya de vuelta el piloto le pregunta a André si conoce a Roberto. -Si responde él, ahora iremos para su casa- Roberto murió ayer en un accidente de moto. Llegamos a Santa Elena de Uairen. La gente estaba muy dolida por la noticia de Roberto ya que era un tipo muy conocido. Terminamos la noche con unos amigos a golpe de cervezas y canciones. Hoy jueves ya de vuelta en Caracas el tema ya es otro. La violencia y la peligrosidad de las calles es el monotema que ocupa cualquier conversación. Para el martes que viene una vez descansados esperamos volver a la gran sabana de nuevo enlazando con el viaje de unos amigos de André que van al Roraima y aprovecharemos a escalar una ruta de Kurt Albert llamada escaleras al cielo y para que André salte en paracaidas desde su borde ya que no lo ha podido hacer en Acopan por lo complicado del descenso para una persona solo con los petates. Una bonita excusa para salir de esta jungla. Un beso muy fuerte. Hasta pronto Adolfo
viernes, 1 de abril de 2011
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